Planeta Colibrí: Un vuelo hacia la Sanación
Escrito el 6 de enero del 2025, por Al Borde.
Por: Kathleen Callahan
Hay una Kath antes y otra después de pasar por Planeta Colibrí, donde me encontré con Trix, Manine, Maricarmen, Normita, Carmita, Phana, Patty, Yusi, Lili, Ivana, Rosa (cucarachaaaaaa), Ana María, Jota, Ariane, las Matronas Ingobernables. Son tantos los recuerdos que tengo de mi experiencia que empiezo a bucear en mi memoria y brotan de golpe, queriendo salir todos al mismo tiempo por la puerta estrecha de mi pluma.
Desde que llegué al aeropuerto de Bogotá, el camino a Colibrí, la estancia en este Planeta de sanación, las risas y lágrimas compartidas con Matronas de todo Mesoamérica a quienes nunca en mi vida había visto y les sentí como hermanas desde el primer momento.
Fuego, río y fogón: para aprender a ser cuidada
La Maloca, la impresionante Maima y su historia. Qué fuerza, qué poder, qué fuerte todo lo que se siente cuando allí se juntan tantas ingobernables y Clau enciende el fuego que destruye lo que decidimos dejar atrás y calienta. Fuego del que surgimos como el fénix: transformadas, empoderadas, distintas…
El río lavó mis complejos y me devolvió amor por mi cuerpo, ese que en el camino de la vida había dejado perdido. Este cuerpo lleno de cicatrices físicas, reflejo de las de mi alma. El mismo río que me pegó una revolcada física (y espiritual) para que no me olvide de amarme.
El fogonazo queer. ¿Alimento para el cuerpo? Claro que sí, pero más alimento para el espíritu. Que te preparen rica comida, demostrándote que se puede comer (¡delicioso!) sin sufrimiento animal. Saberme cuidada, consentida ¡Wow! Si es que las matronas siempre somos las que cuidamos, las que cocinamos, las que servimos… ¡Qué difícil permitirse estar del otro lado y ser una a la que cuidan y consienten! Pero qué rico se siente ¿no? Otra gran lección.
Clau, mi querido Clau, qué energía tan sanadora emana de tu ser. Desde que iniciamos virtualmente los preparativos para el encuentro de matronas ingobernables y hasta hoy, siempre aprendo de vos. Ojalá sepas del cambio que has significado en mi vida.
Toda la manada interespecie que habita Planeta Colibrí, especialmente Nani, una perrita negra azabache, con un espíritu en calma, que transmite paz, mucha paz. Ella sabía que mi cerebro necesitaba parar un poco, bajar las revoluciones, para poder escuchar a mi alma. ¡Te amo Nani!… Y Mango de él interioricé cómo un sonido tan alegre como un aplauso (¿quién pensaría lo contrario?) puede significar dolor y sufrimiento para otres. ¡Y eso que tengo dos hijes con autismo y, derivado de esto, hipersensibilidad sensorial! 22 años de maternar neurodivergencias y nunca se me había ocurrido… ¡Otro aprendizaje!
Colibrí es paz. Colibrí es restauración. Colibrí es amor ágape. Un Planeta donde extender las alas y empezar a sanar!